Al borde.

Al borde



Entre arena nívea y un cielo gris que llora soles,
la pureza del alma en su postrer intento de alcanzar el horizonte.
No más lágrimas nobles serán huella de sal en tierra,
lo que alguna vez fueron victorias son ahora triunfos de una enfermedad.
Redimirse es tan fácil como recordar cada palabra imaginada en las nubes.
Un errático lamenta la regla a la excepción y ya no se halla...se halla allá.
Los relojes se detienen aún en los mejores días, sorprenden con campanas
apremiantes tan livianas como el perfume de jazmines y lirios en estío.
Un paso en falso sobre la roca al borde del acantilado.
La religión se vuelve vida, serena la convicción de inmensidad.
Un minuto menos, tantas reminiscencias más.


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